Por Domingo Nuñez Polanco
Domingo Nuñez Polaqnco |
Mucho se ha
escrito sobre la historia como " la maestra de la vida”. El hombre
es un ser histórico y quien no sabe de dónde viene, difícilmente sabrás a dónde
vas. El sentido histórico es fundamental para interpretar realidades,
actitudes y manifestaciones propias de los pueblos.
El dictado de la historia, sobre todo en un país
como el nuestro, con un pasado profundo, plural y lleno de sabiduría,
debe ser el punto de partida para emprender cualquier proyecto de
renovación nacional.
¿Cómo ignorar la grandeza de la Quisqueya prehispánica?
Su organización política, su esplendor cultural. ¿Cómo desconocer la
importancia del Santo Domingo colonial si como dicen algunos cronistas e
historiadores, cuando los búfalos pastaban en Manhattan, la Ciudad de Santo
Domingo ya contaba con una universidad en la que se impartían cátedras de
teología, humanidades y filosofía. ¿Cómo
pasar por alto el carácter transformador
del movimiento independentista nacional que no sólo terminó con la separación
de Haití, sino que despertó las aspiraciones de libertad e igualdad
de los dominicanos? ¿Cómo dejar de reconocer
los liberales que redactaron la constitución de julio de 1858, liberal y
progresista. Qué decir de la República
Restaurada en la guerra de la Restauración, no sólo supieron consumar la
Segunda Independencia de la Patria, sino que también tuvieron la visión para
separar, antes que en otras naciones, las funciones civiles de las
eclesiásticas y marcar para siempre el carácter laico y republicano de
nuestra vida pública. ¿Cómo pasar por alto a los patriotas que enfrentaron la
primera intervención norteamericana de
1916? ¡Cómo olvidar los mártires de la expedición del 14 de junio de 1959
“vinieron lleno de heroísmo y
patriotismo, enamorado de un puro ideal a rescatar la libertad”
¡Cómo olvidar la revolución de Abril, sus causas, las
hazañas del pueblo, la noble voluntad
democrática de sus protagonistas, el arrojo y el patriotismo del Coronel
Tomas Fernández Domínguez y el de Caamaño y sus compañeros de lucha; y
la lealtad a los principios contenido en la constitución Boschista de 1963!
¿Cómo ignorar lo acontecido en la historia reciente?
Los movimientos sociales, sindicales y estudiantiles, así como la lucha por
la democracia, los derechos humanos y la justicia a favor de las
grandes masas populares.
En vez de pasar por alto los antecedentes históricos
de República Dominicana debemos tomarlo como
base indispensable, punto de partida para la construcción de cualquier
proyecto socio político de transformación y renovación. No puede existir
transformación sin un conocimiento
previo de la realidad que se quiere transformar, sin un conocimiento de cómo
ella está organizada, cuáles son sus leyes de funcionamiento y desarrollo, con cuales
fuerzas sociales contamos para realizar
los cambios. “Para conocer lo que somos
hoy tenemos que saber que fuimos ayer, pues de los que fuimos salió lo que
somos, esa es la razón por la cual es tan importante conocer la historia de
nuestro país. Pero esa historia debe estudiarse a partir de nuevos principios,
porque resulta que la historia dominicana se ha escrito siguiendo principios
incorrectos”. (Juan Bosch)
Ahora bien, en
la actualidad debemos conocer y comprender por demás ¿qué aqueja y
atormenta a la nación? ¿Cuáles son sus grandes y graves problemas? ¿Qué es lo
que más afecta a la gente e impide la buena marcha de la República?
Es innegable que en los últimos años la República Dominicana ha avanzado en el terreno democrático. Hay alternancia política y los gobiernos, en
sus diferentes niveles, gozan de una mayor legitimidad. Las elecciones son
más limpias y libres; los poderes han empezado a funcionar en equilibrio y cada
vez se actúa con mayor tolerancia y respeto a la pluralidad política. Sin
embargo, la República Dominicana es aún un país de hondas desigualdades
sociales. En este terreno, en vez de avanzar, hemos retrocedido.
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