Los dominicanos no han perdido las esperanzas. A pesar de
engaños e incumplimientos, sigue en pie
el anhelo de vivir en una sociedad
mejor. Ha faltado correspondencia entre lo que quiere la gente y lo que han
hecho los actores políticos e incluso, se ha caído en el “gatopardismo”, que consiste en que
las cosas aparentemente cambian para seguir igual. Pero eso no significa
que la mayoría haya renunciado a su voluntad de cambio. La mentalidad de
los dominicanos ya cambió y eso es lo más importante. La sociedad está a la
espera de convocatorias generosas, serias y responsables. El principal recurso
del país es su gente: noble, generosa,
creativa y trabajadora. Ahí está el ejemplo de los emigrantes dominicanos que,
por necesidad, han salido del país y que
son los trabajadores más emprendedores en Estados Unidos, España y otras
latitudes del mundo donde residen dominicanos. Sus remesas anuales ascienden a
más de tres mil millones de dólares.
República Dominicana posee también importantes recursos naturales, a pesar de
que lo han saqueado por siglos. Todavía
es mucho lo que puede utilizarse en beneficio de todos. Contamos
con suficientes recursos naturales, como pocas naciones. Todos estos recursos,
manejados con racionalidad, pueden aplicarse para impulsar el desarrollo del
país.
Mercado y neoliberalismo
Es falso
plantear que el Estado debe diluirse en beneficio del mercado, entre otras
cosas, porque el mercado tiene un papel distinto al del Estado. El mercado se
hizo para intercambiar mercancías en
función de la ley de la oferta y la demanda; en cambio, una de las obligaciones
del Estado es establecer equilibrios entre los “pocos que tienen mucho y los
muchos que tienen poco”. En suma, el mercado es eficaz para la creación
de la riqueza pero no sirve para gobernar ni para distribuir los
beneficios, como tampoco para impartir justicia o establecer equilibrios entre desiguales (Como plantea el neoliberalismo).
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